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A casi cualquier persona que se le preguntase, tras reflexionar un poco en algunos casos, afirmaría que quisiera ser feliz. El ser humano suele confundir la satisfacción de deseos, caprichos o anhelos con la felicidad. Podría decirse que la búsqueda de esa felicidad, es la excusa utilizada por muchas personas para justificar algunos comportamientos que, de otro modo, serían embarazosamente justificables.

La felicidad podría definirse como el estado de ánimo de una persona que siente paz en su interior. En tal caso, la persona no se siente turbada por cogniciones o emociones desequilibrantes, al contrario, siente satisfechas todas sus necesidades de cualquier tipo en el momento presente y, con consciencia y atención plena, goza del aquí y ahora como un instante eterno. A ojos de un observador externo, pudiera parecer que tal persona debiera sentirse insatisfecha, frustrada o en desazón por una razón u otra, pero, gracias a la sabiduría cosechada, dicha persona alcanzó ese estado llamado felicidad.

Curiosamente, y a pesar de que cualquier persona quisiera ser feliz, nadie nos enseña a ser felices, o, al menos, a ir sentando las bases para alcanzar la felicidad. Pasos previos tan importantes como, aprender a relajarnos, aprender a escucharnos, aprender a autorregular y a gestionar nuestras cogniciones y emociones, aprender a conocer nuestro interior, aprender a percibir e interpretar nuestra realidad de un modo diferente y saludable, aprender a autorregular y gestionar nuestra conducta de un modo equilibrado… deberían ser conocidos y practicados por la mayoría desde una temprana edad por sus magníficos beneficios para la salud y para el equilibrio físico, psicológico y espiritual.

Todos estos aprendizajes protegen al ser humano a lo largo de su vida y, si se enseñan desde edades tempranas, ayudan a la persona a alcanzar el equilibrio, salud, bienestar y felicidad, evitando la posible dependencia y excesivo consumo que actualmente soporta este país de antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos… entre otros posibles fármacos, cuyo consumo, en muchos casos, podría ser evitado por innecesario y sustituido por dichas prácticas.