Merecen especial mención el bullying y el mobbing, considerándose que debieran recibir bastante más atención de la que reciben (especialmente el bullying por producirse en la infancia y adolescencia), y más aún, si se toma consciencia de las posibles repercusiones psíquicas, físicas, emocionales y de futura adaptación, no sólo para la víctima, sino que también para el agresor que, al quedar impune, aprende que el acoso y el maltrato son conductas válidas para su repertorio conductual.
El bullying, también denominado acoso escolar o maltrato escolar, es cualquier forma de maltrato psicológico o físico producido entre escolares reiteradamente y a lo largo del tiempo. Generalmente, el tipo de maltrato más frecuente es el psicológico, ocurriendo en las aulas y patios de los centros escolares. Cuando se produce a través de las redes sociales se denomina ciberacoso.
Este tipo de maltrato logra la intimidación y daño emocional de la víctima, mientras sus compañeros guardan silencio, muestran indiferencia o son cómplices del agresor o agresores. Es frecuente que el acosado no quiera asistir a la escuela y se muestre nervioso, triste, aislándose poco a poco cada vez más. En los casos más graves, la crudeza de la situación puede conllevar pensamientos, ideación suicida e incluso el suicidio del escolar afectado.
Por el alcance y gravedad de sus consecuencias el bullying debe ser intervenido con la mayor inmediatez y eficacia posible, teniendo muy claro por parte de todos los responsables e implicados directa o indirectamente en los hechos, que el único objetivo que debieran tener en mente es atender todas y cada una de las necesidades de la persona afectada e intervenir para que el acosador revierta su repertorio conductual sustituyéndolo por conductas ajustadas, coherentes, sanas y equilibradas.
El mobbing: “acosar”, “acorralar en grupo”, “asediar” o acoso laboral, es la acción de un acosador o varios acosadores conducente a producir desprecio, desánimo, intenso desagrado o incluso miedo y terror en el trabajador afectado hacia su trabajo, desempeño y desarrollo profesional, como consecuencia de la situación de acoso que está viviendo. Esta persona o grupo de personas son maltratadas psicológicamente de forma injustificada por sus compañeros (acoso horizontal, entre iguales), y/o sus subalternos (en sentido vertical ascendente), y/o sus superiores (en sentido vertical descendente, denominándose en este caso también, bossing). En algunos casos, puede sufrir la persona acosada daño físico, encubriéndose este daño como algo accidental y fortuito.
El objetivo en último término de la intimidación, hostigamiento, maltrato, no es otro más que el abandono del trabajo por parte de la víctima o víctimas, la cual es considerada por sus maltratadores como una molestia o amenaza para sus intereses personales. En los casos más graves, la crudeza de la situación puede conllevar como consecuencia, pensamientos, ideación suicida e incluso el suicidio.
Las víctimas suelen ser personas foco de envidia por sus características personales, sociales o familiares, son trabajadores que suelen estar entre los mejores de la organización y que no se permiten a sí mismos mirar para otro lado cuando se producen irregularidades debido a su honestidad y rectitud; también, en otros casos, se trata de personas que se considera que molestan o son una amenaza por cuestiones de orientación sexual, enfermedad, ideología política, religión, inmigrantes, discapacitados, etc.
Del mismo modo, por el alcance y gravedad de sus consecuencias, el mobbing debe ser intervenido con la mayor inmediatez y eficacia posible, no sólo por el hecho de que se pierde el empleo, y por tanto el medio de subsistencia, sino que también, por el hecho de que las consecuencias psíquicas, físicas y emocionales pueden ser muy graves y prolongadas a lo largo del tiempo si no se realiza un adecuado apoyo e intervención.